¿Qué guardas en tú corazón?
Por fin lo encontró. Fue al atardecer de un viernes, cuando terminaban de jugar un partido de futbolito en la cancha del barrio. Iba bajando por el sendero estrecho de la ladera, el mismo que bordeaba las casitas de adobe y ladrillo a la vista que a duras penas se sostenían, como testimonio de que la miseria también sobrevive a la adversidad.
--Sabes que mi mayor anhelo es terminar, aquí, ahora, todo lo que inició hace años—le dijo.
El joven lo miró. Sonrió.
--No estamos en tiempo de venganzas—, le respondió, exento de todo espíritu de rencor.
--¿Y nuestro asunto pendiente?—inquirió de nuevo.
--No se a qué te refieres…--intervino, de nuevo con calma absoluta.
--La muerte de tu hermano… pensé que querías tomar sangre por sangre… y si lo maté, fue por que él me atacó primero…--se disculpó.
--Ya te dije… no hay de qué hablar en ese asunto… ya te perdoné… es todo. Si me perdonas, te dejo. Voy camino a casa. Me esperan Lorena y mi hijita--. Le estrechó la mano y emprendió el descenso.
Meses antes, el asunto hubiese sido distinto. Con sangre hubieran zanjado la diferencia. Pero ahora, limpio su corazón, no albergaba rencor alguno. El Señor Jesucristo había hecho la obra. Estaba totalmente sano.
¿Has guardado tu corazón?
Aunque no prestemos atención, reviste mucha importancia el asunto de saber de qué estamos alimentando nuestro corazón. De acuerdo con la Biblia, puede ser fuente de bendición, de acciones positivas y enriquecedoras para nosotros y para los demás, o por el contrario, la cuna de maldición, de tristeza y amargura.
El rey Salomón puso de relieve este aspecto al instruir: “Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23. Nueva Versión Internacional).
Millares de personas viven con un corazón enfermo. No, no me refiero a problemas cardiovasculares sino del alma. Con un mal que no curan ni alivian los medicamentos. Por eso, si descubres que hay tinieblas dentro de ti, hoy es el día de entregar todos esos sentimientos encontrados en manos del Señor Jesucristo y de permitirle que trate con todo tu ser…
Autor Pastor Fernando Alexis Jimenez
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